martes, 27 de noviembre de 2007

Personajes ilustres que visitaron las Casas de Rangue

Igor Stravynski, compositor ruso.



Violeta Parra


Julio Perceval, organista.



Mons. Juan Francisco Fresno, Cardenal Arzobispo de Santiago.



Mons. Juan Subercaseaux Errázuriz, primer Obispo de Linares.

Julio Phillipi Izquierdo, abogado e intelectual.


R.P. Osvaldo Lira, Teólogo, Filósofo y educador.

Fray Pedro Subercaseaux Errázuriz, monje benedictino, pintor.

Mons. Francisco Valdés Subercaseaux, Capuchino, Primer Obispo de Osorno.

Siervo de Dios en proceso de Beatificación.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Capilla San Miguel de Rangue

Las haciendas de la zona central de Chile constituyeron no sólo un modelo económico de producción agrícola, sino también una forma de vida, donde los hacendados controlaban los aspectos sociales, religiosos, económicos, educativos, etc. de sus inquilinos, dando forma a una sociedad rural de fisonomía propia.

La Hacienda de Aculeo, y de la cual Rangue era parte integrante, fue asiento indígena con anterioridad a la llegada de los españoles. Desde mediados del siglo XVI dio origen a sucesivas encomiendas, hasta que en 1738 fue adquirida por la familia Larraín. En 1871 Patricio Larraín Gandarillas la vendió a la sociedad de los hermanos Wenceslao y José Letelier Sierra, adquiriéndola luego este último.

En 1942, luego de la muerte de la Sra. Edelmira Espíndola viuda de José Letelier, la heredó Miguel Letelier Espínola, quien asignó hijuelas a sus hijos, correspondiendo Rangue a Alfonso Letelier Llona, gran compositor de música.

Esta Iglesia es parte del conjunto de construcciones existentes en el área entre las que sobresale el monumento histórico Casa esquina, las bodegas de vinos, bodegas de insumos y ermita del Cristo del Belloto.

En 1943 don Miguel Letelier y su hijo Alfonso decidieron construir una Iglesia, encargando los planos al monje benedictino Fray Pedro Subercaseux E., quien en el diseño de esta capilla materializó su imagen de capilla chilena ideal, que reprodujo muchas veces en su notable obra pictórica, de corte historicista.

El monje arquitecto también se ocupó del alhajamiento de la iglesia, proveyendola de un antiguo altar de madera (de la iglesia de Maipo) y una imagen del siglo XVIII de Nuestra Señora de La Merced, que colocó en un nicho sobre el altar.Fue calculada por el ingeniero Miguel Letelier y construida por albañiles y carpinteros de la zona.

Su fachada principal está compuesta por un pórtico formado por cinco arcos de medio punto, uno central y cuatro laterales de menores proporciones. Los arcos arrancan de gruesos pilares.La nave central es un volumen de planta rectangular. Los vanos se ubican en la parte superior de los muros y se caracterizan por su doble arco con una pilastra salomónica al centro.


El cielo es un entablado simple, que deja las vigas a la vista. Destacan las viguetas de apoyo que se encuentran talladas. El piso es de pastelones de ladrillo. El altar está enmarcado por un arco de medio punto.Los materiales utilizados en la construcción de está capilla, son: cimientos de piedra, muros de adobe, vigas de madera de eucaliptus, acacios y álamos, rejas de fierro forjado y tejas de arcilla.La torre del campanario está formada por tres tambores, los dos primeros cuadrados y el tercero un cuadrado ochavado, con un vano de arco de medio punto en cada uno de sus lados. El chapitel es octogonal rematado por una cruz.Posteriormente se agregaron nuevos elementos decorativos: sobre los arcos del presbisterio de pintaron dos frescos de arcángeles, obra del artista español Juan Cabanas (1952) y en el exterior dos frescos que representan uno la natividad y otro la anunciación, obra de Mariano Valdés (1960).La Iglesia de San Miguel de Rangue fue consagrada en 1943 y hoy es un activo centro de encuentro religioso y de canto a lo divino, especialmente durante la novena del Niño Dios y para la conmemoración de la Cruz Mayo.

Fuentes:


Archivo del Consejo de Monumentos Nacionales
Carta del Padre Gabriel Guarda OSB
Carta de Hernán Rodríguez

viernes, 7 de septiembre de 2007

Breve reseña histórica de la antigua Hacienda Aculeo

El nombre etimológico de Aculeo proviene de las voces araucanas “Acuñ-leuvu”, que quiere decir: lugar donde se juntan las aguas.
La zona de Aculeo fue asiento de población indígena antes de la llegada de los españoles y debió haber sido bastante numerosa y desarrollada pues se han encontrado variados utensilios de greda, de piedra e incluso cementerios completos con vasijas intactas, tejidos y semillas.
Como todas las haciendas de la zona central de Chile, Aculeo no solo siguió el esquema económico de producción agrícola, sino como una forma de vida, muy auténtica, donde los propietarios o hacendados controlaban también los aspectos religiosos, educativos y sociales de sus inquilinos.
Desde mediados del siglo XVI se sucedieron varias encomiendas, hasta que en 1738, la Hacienda de Aculeo, fue adquirida por la familia Larraín. Hasta 1861 la Hacienda Aculeo estaba ligada al mayorazgo de la familia Larraín Gandarillas, muy poderosa e influyente que contaba con numerosas propiedades en la zona central y entre cuyos miembros se encontraban no pocos políticos, ministros y uno de cuyos hermanos era, a la sazón, el Arzobispo de Santiago, Don Joaquín Larraín Gandarillas.
El centro de la Hacienda era lo que hoy es El Vinculo, cuyas casas patronales, la iglesia y construcciones adyacentes, con mas o menos modificaciones, datan de principios del siglo XIX y aún del siglo XVIII.
Don Patricio Larraín y su hermano Francisco de Borja, hombres muy emprendedores, tenían a su cargo la explotación de Aculeo así como de otras propiedades como Mallarauco y Mostazal y mantenían a su vez a sus numerosos hermanos y hermanas, otros familiares y sus residencias en Santiago.
Don Patricio se embarcó en una obra gigantesca, muy meritoria y muy lucrativa después, como fue la construcción del canal de Mallarauco, que desvía las aguas del Mapocho y riega todo el valle de Mallarauco y que sigue en funciones hasta hoy día.
Por cartas entre él y Don José Letelier se da a entender que este enorme trabajo lo dejó en bastantes malas condiciones económicas y decidió vender algunas de sus numerosas propiedades agrícolas. Sin embargo, le tenía especial cariño a Aculeo y le ofreció a Letelier otras propiedades a la venta, incluso la propia Hacienda Mallarauco.
Don José y Don Wenceslao Letelier Sierra poseían vastas tierras en la zona de Llay Llay cuyo centro era la Hacienda Vichiculén. Además tenían pertenencias mineras en Catemu que explotaban con bastante éxito. Dada la extraordinaria existencia de bosques y especialmente de espinos que existían aquí y por lo tanto de carbón, fundamentales para la fundición del mineral en primitivos hornos, los hermanos Letelier insistían en la compra de Aculeo, hasta que muy a su pesar, Don Patricio Larraín vendió la parte llamada Aculeo adentro, que comprendía la Laguna propiamente tal y todas las tierras y cerros adyacentes en $280.000 oro de 18 peniques (sacado de un apunte manuscrito de Don Miguel Letelier)
Él se reservó la parte agrícola neta que hoy día es El Vínculo, Abrantes, Peralillo, etc. Se calcula que entre ambas partes la Hacienda Aculeo contaba con cerca de 50.000 Has.
Los alrededores de la Laguna permanecían casi totalmente deshabitados, cubiertos por densos e impenetrables bosques y con una sorprendente fauna, tanto terrestre como acuática, que impresionó vivamente a diversos viajeros del siglo XIX y aún antes, entre ellos a la pintora y escritora inglesa María Graham, quien realizó la primera pintura de la Laguna de Aculeo, durante su visita en el trayecto de un viaje a Graneros en 1823, grabado muy difundido hoy en día.

Lo que sí se explotaba y eran muy apetecidos en Santiago, fueron los pejerreyes de Aculeo, cuyo rubro como explotación del predio debió ser bastante importante pues existen libros de contabilidad de antes de 1840 que dan cuenta de su pesca y acarreo a Santiago en grandes canastos, de madrugada a todo galope de postas de caballos.
El mineral de Catemu llegaba en los primeros años en carreta con bueyes, para ser fundido en lo que hoy es el poblado de Los Hornos, para ser luego reexpedido en forma de metal, por el mismo medio a Valparaíso. Muy luego el ferrocarril vino a modificar y a alivianar esta ímproba e increíble actividad. Sin embargo, paralelamente, las faenas agrícolas y ganaderas fueron tomando mucha importancia a tal punto que calculamos unos 15 años. Después, las actividades mineras disminuyeron y hacia 1888 habían cesado completamente.
Las actuales casas datan de los primeros años de la compra de la Hacienda, vale decir entre 1861 y 1865 y que con muy pocas modificaciones, salvo las necesarias tras los terremotos de 1906 y 1985 y la supresión de una ala Norte, construida precisamente después de 1906, son las que se ven actualmente.
Don José y Don Wenceslao Letelier decidieron entonces separarse comercialmente y es así como don Wenceslao quedó con las tierras de Llay Llay y su matrimonio con doña Benigna Valdes Ortuzar dio origen a una familia solo de hijas mujeres, cuyos descendientes aún tienen tierras en esa zona y que por esa razón, el apellido por línea de varonía se extinguió en esa región.
Don José Letelier quedó en Aculeo y casó con doña Edelmira Espínola Mardones, hija de grandes terratenientes de la zona de Los Andes, bastante menor que él, la que le dio dos hijos varones don Miguel y don José Letelier Espínola.
En 1891 doña Edelmira Espínola enviudó y quedó practicamente sola a cargo de la Hacienda con sus dos hijos aún pequeños .
Desde la compra de la hacienda, los hermanos Letelier habían traido desde la zona de Llay Llay numerosas familias que vinieron a habitar estas tierras y cuyos decendientes son en su gran mayoria las que la pueblan hoy día.
Doña Edelmira Espinola, alrededor de 1893 o 94 entró en negociaciones con doña Pilar Valdes, su vecina, también viuda de don Patricio Larraín y cuyos resultados fueron la compra de "Aculeo Afuera", es decir lo que hoy dìa es Vinculo, Peralillo, Abrantes, Huticalán con todos los cerros correspondientes que dan hacia el Sur. (El deslinde de las dos Haciendas corría por el camino principal desde Abrantes hasta La Gruta y de ahí hacia el Alto del Cantillana) Asì la primitiva Hacienda quedò nuevamente en una sola mano.
La inmensa hacienda se transformò ràpidamente en una eficiente unidad agropecuaria con una enorme producción agrícola y ganadera.
El centro administrativo se instaló definitivamente en Pintué y las antiguas casas del Vinculo se destinaron a residencia de administradores y empleados superiores. Doña Edelmira manejó con mucha energía y acierto sus propiedades, ayudada en un comienzo por su hermano Marcial. En la Hacienda se hacía una intensa vida social y el gran coche de trompa estaba a todas horas enganchado para salir a buscar los amigos, parientes, obispos, políticos que llegaban a la estación de Hospital en el tren del Sur. Entre ellos, muchos de los grandes pintores chilenos de esa época, tales como Pedro Lira, Onofre Jarpa, Enrique Swinburn, Helsby y otros visitaron asiduamente la Hacienda dejando numerosas telas de hermosos paisajes que aún se conservan en la familia. En l912 se le ofreció, en el marco de los festejos oficiales, un gran almuerzo al Presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, cuyo recuerdo perduró largos años en la memoria de los habitantes de Aculeo, como en el público en general, especialmente el magnífico tren presidencial estacionado en Hospital y la caravana de carruajes transportando a tantos conspicuos personajes nacionales y extranjeros.
De los últimos años del siglo XIX data la iniciación del criadero de caballos ACULEO como tal, pues desde tiempos inmemoriales existía una enorme masa caballar, destinada especialmente a las trillas, pero además don José Letelier de preocupó se formar una selección con yeguas nativas y otras traídas de diferentes fundos de la zona central, y logró formar con mucha rigurosidad, un plantel de buena calidad y muy homogeneo.
Su hijo, Don Miguel Letelier y su hermano José, únicos hijos de doña Edelmira Espínola, se dedicaron desde muy temprana edad con entusiasmo a los deportes ecuestres y a la cría de caballos y en poco tiempo formaron sino el mejor, el más renombrado plantel de reproducción de caballos chilenos del país. De uno de sus potros, el Azahar , se definió el prototipo de la raza que rige hasta hoy día la Raza Caballar Chilena.
La escultura original de dicho potro, realizada en bronce y diseñada por el escultor Federico Casas y supervigilada estrechamente por Don Miguel Letelier y Don Francisco Encina, entre otros, permanece aún en la familia. A su vez en las exposiciones agropecuarias de la Quinta Normal, sus productos arrasaban con los premios.
La marca que se usó siempre en todas las pertenencias de la Hacienda, así como para los bueyes y especialmente para los caballos del criadero y que todavía se usa en el criadero Aculeo, que ahora pertenece a la Hacienda Los Lingues, es una V entrelazada con una A, es decir, Aculeo –Vichiculén. Hay otra versión de que la V corresponderìa a Vinculo por ser esa hijuela la mas antigua de Aculeo. Pero la verdad es que corresponde a Vichiculen, en Llay- Llay, donde los hermanos Letelier tenìan sus primitivas propiedades.
Los caballos de raza y la enorme cantidad de animales vacunos que se criaban en los cerros y se engordaban posteriormente en los potreros, dieron origen a una larga y amplia tradición huasa de apartas y amansas y sobre todo de los famosos rodeos de Aculeo, a los que acudían los mejores jinetes del país. Junto a ello, un crecido número de vaqueros, amansadores, arregladores y jinetes corraleros, casi todos empleados "de a caballo", como se los llamaba, formaron verdaderas leyendas. Los vaqueros y arrenquines en sus correrías por los interminables cerros laceando animales perdidos en los densos bosques de robles o por abruptos espinales y roqueríos del Horcon de Piedra o hundidos en la nieve en invierno, tapados solo por algún poncho liviano, en miles de anécdotas, jocosas, admirables y no pocas trágicas, todas verdaderas hazañas ignoradas, solo comentadas alrededor de una gran fogata en una noche estrellada en los Altos de Cantillana o en un rodeo, alardeando las magníficas cualidades de tal o cual caballo. Famosos eran los rodeos de Aculeo durante los cuales, miles de cabezas de ganado eran bajadas de los cerros, cuando se llenaban los caminos y los corrales, en un trabajo agotador y absorbente de un ganado casi salvaje al cual había que apartar, marcar, castrar y reconocer , en fin, saber su destino. Todo esto daba para hacer florecer las mejores cualidades de los vaqueros, de su destreza como hombres de cerro, eximios laceadores, conocedores de todas las marcas y señales de todos los animales, tanto del fundo como los “ajenos”, de todos los rincones del cerro, de todas las veleidades de tanto caballos como vacunos. A su vez era la ocasión para grandes fiestas en la que participaban hacendados de todas las regiones, acompañados de gran cantidad de caballos y atendidos por numerosos empleados y peones los que ponían la nota alegre y folclórica por varios días. Prácticamente toda la población participaba en forma activa y entusiasta dado también que todos poseían caballares y animales en el cerro, los cuales bajaban juntos con los de la Hacienda.
Don Miguel y Don Jose Letelier fueron entusiastas cultores de todos los deportes ecuestres y participaban activamente tanto en los rodeos como en las apartas y en los recorridos por largos dìas en el cerro junto a los vaqueros y empleados de campo.
La Hacienda se trabajaba como un todo, intensamente. En Rangue se plantó una viña y se construyó una bodega de vinos de la que salían muy buenos mostos, que se embotellaban y salían al mercado como Viña Aculeo. Enormes extenciones de trigo, maiz, maravilla, pastos y engordas se sucedìan, fuera de las famosas sandìas de Aculeo, en los generosos potreros regados por las bombas que sacaban el agua de la laguna. Había industrias de cáñamo y todos los materiales para las numerosas construcciones, como ladrillos, tejas, adobes, pastelones, carpintería de madera en ventanas y puertas, herrerìa, etc. se hacìan integramente en el fundo.
Había almacenes, teatro, iglesias, poloclìnico, escuelas, canchas de deportes, en fin, todo lo que la numerosa población necesitaba.
Don Miguel, paralelamente hacìa su vida de profesor universitario en Santiago. Fué varias veces ministro de estado, diputado, Presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura y de varias otras entidades agrícolas.
En 1906 don Miguel casó con Doña Luisa Llona Reyes cuya decendencia fueron Alfonso, Marta, Luz, Jose, Guillermo y Consuelo Letelier Llona, propietarios mas tarde de Aculeo, cada uno en su hijuela.
Don Miguel y Don José se repartieron la Hacienda en el año 1922, quedando don Miguel, mi abuelo, con la parte podemos decir de “adentro” que incluía la Laguna y sus tierras y cerros adyacentes. Para esta partición, Doña Edelmira pidió a su hijo Miguel, ingeniero graduado en Lovaina, Bélgica que hiciera el plano de la hacienda y lo dividiera en forma equitativa. Una vez hecho los reunió a ambos y les dijo : “ Miguel parte y José elige”. Salomónica y sabia decición que nunca causó problemas, dada la complejidad y extención de las tierras.
En 1933 falleció don José Letelier prematuramente y sus descendientes vendieron sus tierras. Don Miguel les compró algunas y redondeó su gran hacienda que por aquellos años vivió su máximo esplendor.
El criadero de caballos también por esos años lucìa sus mejores productos, tanto en rodeos como en las exposiciones de la Sociedad Nacional de Agricultura en la Quinta Normal.
En 1956 Don Miguel Letelier repartió su Hacienda entre sus 5 hijos quedando Guillermo con Peralillo, Josè con Pintuè, Marta con La Huachera, Luz con Los Hornos y Alfonso con Rangue. Cada uno siguió trabajando su fundo en forma independiente y él se reservó las casas de Pintuè , el parque y sus potreros adyacentes.
En 1972 los fundos fueron expropiados en el marco de la Reforma Agraria y hoy dìa forman cientos de parcelas la mayor parte transformadas en parcelas de agrado.
Desgraciadamente los terremotos terminaron por echar por tierra el hermoso y notable granero de dos pisos que se encuentra en el antiguo corralón de Pintué, como también las enormes caballerizas del criadero Aculeo. Por sucesivas herencias estas casas pertenecen hoy a las familias Bernstein Letelier y Letelier Vial que las conservan y las aprovechan plenamente.
En Rangue existen las casas patronales con una maravillosa vista sobre el lago como también vestigios de lo que fuè la bodega de vinos, corralón, centro social, graneros y bodegas.

Alfonso Letelier y Margarita Valdés




















En 1956, don Miguel Letelier Espínola repartió la Hacienda Aculeo entre sus cinco hijos. Al mayor, Alfonso, le correspondió el sector de Rangue, en ese tiempo escasamente poblado, pero dotado de un moderno sistema de regadío por bombas.
Alfonso contrajo matrimonio con Margarita Valdés Subercaseaux en octubre de 1937 en la Iglesia de San Ignacio en Santiago. Bendijo el matrimonio el hermano de Margarita, Fray Francisco Valdés Subercaseaux, más tarde nombrado como primer Obispo de la Diócesis de Osorno.
De este matrimonio nacieron cuatro hijos:
- Miguel Letelier Valdés. destacado organista y compositor, contrajo matrimonio con Angélica Reynal Vial, de nacionalidad argentina. Su único hijo, Cristobal, contrajo matrimonio con Carmen Pulido Vicuña, y son padres, hasta la fecha, de una sola hija: Clara Letelier Pulido.
- Juan José Letelier Valdés, ingeniero agrónomo, contrajo matrimonio con María Cecilia Letelier Illanes. Sus cuatro hijos (hasta la fecha solteros) son: María Amalia, Blanca de las Mercedes, Maximiano Gregorio y Juana Luisa.
- Carmen Luisa Letelier Valdés, connotada contralto, contrajo matrimonio con Pablo Domeyko Pérez, y fueron padres de cinco hijos: Miguel, Antonia, Pablo, Alfonso y Sebastián. Antonia contrajo matrimonio con Felipe Guzmán Cruzat, y hasta la fecha son padres de Felipe, Antonia, Magdalena, Domingo, Martín y León Guzmán Domeyko.
Pablo, el tercer hijo de Carmen Luisa, se casó con Catalina Schmidt y esperan a su primer hijo.
- Francisco Letelier Valdés murió joven y sin dejar descendencia.